viernes, 12 de diciembre de 2008

Otro para la colección...

Estados alterados…, en Patagonia
El avance de los pinos EN LA DÉCADA DE 1970, miles de ejemplares de coníferas exóticas se plantaron con fines forestales en las provincias de Neuquén, Río Negro y Chubut. Hoy sus plantaciones superan las 60 mil hectáreas, con el pino ponderosa y el pino contorta como las especies dominantes. En su mayoría cubren áreas que hace décadas habían sido desmontadas para el uso agrícola, y ambientes de transición con la estepa.En el centro y sur de Chile hay más de 1.5 millones de hectáreas forestadas con el dominio de Pinus radiata, mientras que las forestaciones de pino ponderosa suman 35.000 hectáreas en el sur de nuestro vecino país. Desde 1969, el pino contorta y el pino oregón también fueron plantados en diversas áreas naturales del centro y sur de Chile, como ayuda para el control de procesos erosivos. Parece ahora que los renovales de estas dos últimas especies avanzan hacia el interior del bosque nativo, como en la Reserva Nacional Coyhaique, cerca de Puerto Aisén. En la Argentina, un avance comparable estaría en sus inicios en bosques naturales de la precordillera, entre San Martín de Los Andes y El Bolsón. Ahora bien, ¿existen riesgos de invasión por pinos u otros árboles en nuestros bosques andino-patagónicos? Con sus 3.710 hectáreas rodeadas por agua y un frondoso historial sobre sus forestaciones, iniciadas hace más de 90 años, la Isla Victoria representa un muy buen sitio para buscar respuestas sobre la dinámica de los árboles exóticos en el bosque. Ya en 1902 los responsables de una concesión otorgada por el gobierno hicieron quemas, cortaron madera e introdujeron ganado, quedando afectada entre el 50 y el 60 % de la superficie de la isla. Las primeras plantaciones datan de 1910, y en 1925 se inició un vivero con árboles forestales y frutales adaptables a la región. En 1934 la isla pasó a integrar el Parque Nacional Nahuel Huapi. El vivero siguió en actividad y realizó sus últimas plantaciones entre 1939 y 1940, si bien funcionó hasta la década de 1960. Miles de ejemplares de 73 especies de coníferas y 62 especies de árboles de hoja ancha de diversos lugares del mundo se plantaron en Puerto Anchorena y en otros pocos sitios de la isla, como Puerto Pampa. Entre las especies de coníferas incluidas, nueve de ellas han dado muestra de invasión en distintas regiones del mundo.¿Qué pasó con la dispersión de los árboles plantados en la isla?Si los árboles hablaran…, pero no es el caso, al menos son pocos quienes logran comunicarse con ellos. Se hizo entonces un minucioso relevamiento durante diciembre del año 2000 y enero del 2001. Incluyo el conteo de todos los ejemplares de árboles exóticos presentes en transectas de 10 m de ancho, seleccionadas cada 100 metros entre si, y hacia ambos lados de las plantaciones de Puerto Anchorena. Muestreando un total de 28,73 Km, se contaron 1643 ejemplares de árboles introducidos, con 1637 de ellos pertenecientes a solo 13 especies. El pino oregón con 855 ejemplares, y el enebro común con 668 ejemplares, representaron el 92.7% del total. Al aumentar la distancia respecto a las áreas de plantación, fueron menos frecuentes. Las semillas de casi todos ellos habrían sido dispersadas por el viento, con excepciones como los pulposos frutos del enebro, dispersados por animales. Aún para las especies más repetidas, dominaron árboles pequeños, creciendo en bordes de caminos, en senderos de ciervos, o en claros del bosque remanentes de pasturas sin uso. Nada extraño, teniendo en cuenta que muchas de las invasiones registradas en el mundo se dan en áreas de borde y no en el interior del ambiente natural.En definitiva entonces, ¿hay o no hay árboles introducidos que se comporten como invasores en el bosque de la isla Victoria?La respuesta no es sencilla, y falta de evidencia no es evidencia de que falten. Por un lado, excepto en su área central, hoy como ayer domina en la isla el bosque nativo de coihue y ciprés. Una hipótesis es que habría una invasión en avance, pero sin manifestarse. En un lento proceso de varios siglos podría llegar a reemplazar a los longevos árboles del bosque nativo. Otra hipótesis es que ninguna de las especies introducidas llega a comportarse como invasora por que sus plantines no toleran la sombra y en los claros no pueden competir con las nativas.Hay más variables en juego. El ramoneo del ciervo colorado y del ciervo dama, hace años introducidos en la isla, podría estar dañando más a los árboles introducidos que a los nativos. Y es posible que los suelos sean menos convenientes para las exóticas que para las nativas. Muchos de los Pinus tienen micorrizas y se sabe que distintas plantaciones en el mundo fracasaron por escasez o falta de estos hongos en el suelo, con los que muchos árboles establecen relaciones de mutuo beneficio. El coihue y la lenga, como todos los demás Nothofagus, también tienen micorrizas.Por otra parte, los incendios, movimientos telúricos, o el surgir de epidemias, son amenazas para las especies nativas de la isla. Y tanto al coihue como al ciprés les juega en contra el no ser muy buenos para dispersar semillas, ni para formar bancos de semillas en el suelo.Los riesgos no acaban ahí: en la isla Victoria también deambula el jabalí europeo. Los primeros en llegar habrían cruzado a nado desde la Península Huemul en algún momento del año 1999. Esta especie junto con el chancho salvaje y sus híbridos, han hecho desastres en muchos ambientes naturales del mundo, y se ha considerado conveniente tratar de erradicarlo de la isla. Llegar a una conclusión similar no es tan simple para otras especies. Por ejemplo, hay que evaluar bien antes de intentar sacar plantines y juveniles de árboles introducidos en la isla Victoria, ya que existen arbustos introducidos que podrían ser los nuevos colonizadores, y no las especies nativas.En el noroeste de la Patagonia el pino oregón es considerado algo invasor en áreas de pasturas, pero es menos claro como se comporta en el bosque nativo. Si bien en el estudio de la isla Victoria los resultados no lo indicaron como claro invasor, en diversos lugares de la región del Nahuel Huapi se ven cada vez más ejemplares y de mayor tamaño. Por ejemplo, en el Cerro Otto desde Piedras Blancas, o en el primer tramo de la subida hacia el refugio Manfredo Segre de Laguna Negra, partiendo desde Colonia Suiza. De hecho la Administración de Parques Nacionales ha prohibido el uso de esta especie dentro de la Reserva Nacional Nahuel Huapi.En la Argentina y Chile las forestaciones a gran escala comenzaron hace algo más de tres décadas, poco tiempo para tener pruebas contundentes sobre el avance de las especies introducidas dentro del bosque. Por eso es clave hacer monitoreos, en especial de las plantaciones más antiguas, como en la Isla Victoria del lago Nahuel Huapi.Los Pinus y otras coníferas del mundoExisten por lo menos 111 especies del género Pinus en el mundo y casi todas ellas son nativas del Hemisferio Norte. Muchas crecen con rapidez en habitats secos y pobres en nutrientes, inadecuados para la mayoría de los árboles, y no necesitan animales mutualistas para la polinización o dispersión de sus semillas. Los vientos se encargan de ello. Por otra parte, son muy buenos para producir madera, pulpa, resina y otros derivados. Teniendo en cuenta dichas ventajas a su favor, fueron mejorados y plantados a gran escala por diversos continentes.Las plantaciones de Pinus radiata, especie nativa del suroeste de Estados Unidos y noroeste de México, suman más de 4 millones de hectáreas en el mundo, con el 95 % del total en Nueva Zelanda, Chile, Australia, España y Sudáfrica. El corte de árboles y el pastoreo de ganado son disturbios que facilitan su avance. En la región central de Chile, es considerada invasora en el bosque de Nothofagus alessandri, árbol cuyo bosque deja buena entrada de luz al caer sus hojas. Pinus pinaster, nativa de ambientes mediterráneos de Europa y Marruecos, tiene plantaciones en Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica, Argentina, Chile y Gran Bretaña.Ambas especies poseen pequeñas semillas aladas adaptadas para la dispersión a larga distancia, y sus periodos juveniles son relativamente cortos.Sudáfrica supera los 1,5 millones de hectáreas de plantaciones dominadas por especies de Pinus, y es considerado el país del mundo donde los árboles forestales han causado más invasiones. Incluso tiene el registro más antiguo de una invasión arbórea dentro de un área natural del Hemisferio Sur: en 1855 Pinus halepensis fue detectado avanzando en el ambiente del Fynbos, cuya particular flora incluye 5.800 especies de plantas endémicas.El pino oregón es una de las Coníferas más invasoras en distintos continentes, en especial en áreas no boscosas, si bien crece bien en areas humedas.En total se han registrado 21 especies del género Pinus con rasgos de invasora en el mundo. Ninguna de las familias de plantas con flor (Angiospermas) dominada por árboles y arbustos suma una proporción tan alta.Historias verdes de aquí y alláEN NUESTROS BOSQUES andino-patagónicos se considera que hay establecidas o naturalizadas por lo menos 300 especies de plantas con flor. La mayoría fueron introducidas en el sector noroeste de la Patagonia durante la colonización europea. En tanto en la Isla de los Estados, extremo oriental de los bosques de Nothofagus de la Argentina, se registraron sólo 5 especies exóticas, todas de Eurasia y ninguna dominante.Las familias de plantas exóticas que dominan en la Patagonia son Asteraceae (Compuestas), Poaceae (Gramíneas), Fabaceae (Leguminosas) y Rosaceae. Son también las que más especies aportan entre las plantas exóticas del mundo, y no es para sorpresa. Asteraceae es una de las familias más grandes y exitosas entre las plantas con flor, con cerca de 23.000 especies distribuidas por continentes e islas. Incluyen plantas acuáticas, herbáceas, arbustos y árboles, y las hay en ambientes templados, tropicales y áridos. Son un componente ecológico muy importante y fuente de diversos recursos para el hombre, como aceite de girasol, medicinas y plantas ornamentales, entre tantos más.Poaceae (pastos) incluye alrededor de 10.000 especies, y sus pasturas suman cerca del 20 % de la cobertura vegetal mundial. Nos aportan casi la mitad de los recursos nutritivos y calóricos que obtenemos de las plantas.Las Fabaceae suman más de 10.000 especies, en su mayoría herbáceas, pero también incluye muchos arbustos y árboles de áreas tropicales y templadas. Su fruto es usualmente una legumbre.Las Rosaceae, con más de 5.000 especies, incluyen muchas plantas que nos deleitan con sus frutos como manzanas, peras, duraznos y frutillas. Fueron uno de los alimentos básicos de distintas culturas antes del surgir de los cultivos.Ahora bien, los habitats modificados facilitan la invasión de muchas plantas, y también la de algunos insectos exóticos que visitan sus flores. Por ejemplo, los caminos son muy buena vía de entrada, factor a tener en cuenta en áreas protegidas. En el chileno Parque Nacional Villarrica se detectaron 66 especies de plantas introducidas, y su dispersión se encontró asociada a los caminos y al ganado que defeca sus semillas.Para saber más sobre las interrelaciones se hizo un estudio en el Parque Nacional Nahuel Huapi, donde crecen al menos 150 especies exóticas naturalizadas. El trabajo se focalizó en 15 especies de plantas nativas, 15 especies de plantas exóticas (con generalistas y especialistas para cada grupo), y en los insectos que visitaron sus flores. Se muestreo entre septiembre del 2000 y marzo del 2001, incluyendo el Valle de Challhuaco, el Cerro Otto, la zona de Llao Llao y Puerto Blest, considerando un área con disturbio y un área sin disturbio para cada caso.La mayoría de las plantas nativas se encontraron en ambientes con y sin disturbios. Entre las exóticas, sólo 5 especies se hallaron en ambos ambientes, y las 10 restantes se observaron en áreas con disturbios. La margarita, la retama, el lupino, la rosa mosqueta y el diente de león fueron las exóticas más frecuentes.El abejorro nativo fue el insecto más común visitando a las flores. Los exóticos sumaron el 12 % del total de visitas, con el abejorro de jardín europeo y la abeja melera como los más frecuentes.Los insectos nativos fueron los principales polinizadores de casi todas las plantas exóticas del estudio. Así, el abejorro nativo resultó el visitante más frecuente de la retama, y el diente de león fue visitado casi solamente por insectos nativos.Tanto las plantas nativas como las exóticas recibieron un amplio espectro de insectos visitantes, incluyendo generalistas y especialistas. Pero en promedio, tienen fauna polinizadora diferente. Por otra parte, entre las nativas hay muchas especies con flores de larga y roja corola, indicio de polinización por picaflores, y en efecto, tienen alta dependencia del picaflor rubí.Más allá de crecer en un área con o sin disturbio, el principal atractivo de las flores tendría que ver con las recompensas que ofrecen a sus polinizadores: tres de las cuatro plantas exóticas más visitadas, así como la reina mora (la nativa más visitada), pertenecen a una familia con flores ricas en néctar y polen, las Asteraceae.La retama y la rosa mosqueta son dos ejemplos de arbustos introducidos con amplia distribución en el noroeste de la Patagonia. Sus avances afectarían a especies de la flora nativa y podrían favorecer la dispersión de insectos polinizadores exóticos. Veamos algo más sobre ellas.Desbarajustes con insectosENTRE LOS AMBIENTES templados del mundo, los bosques andino-patagónicos tienen uno de los registros más altos en cuanto a depender de animales para la polinización y dispersión de frutos. Cerca del 85 % de los géneros de sus plantas leñosas con flor son visitadas y posiblemente polinizadas por animales, en su mayoría insectos. Es claro entonces que el desbarajuste o suspensión de estas interacciones puede crear efectos muy perjudiciales en la dinámica del bosque.En el bosque de coihue los himenópteros (abejas), dípteros (moscas) y coleópteros (escarabajos) son los polinizadores nativos que dominan.La mayoría de ellos interactúan con relativamente escasas plantas, y pocas especies reciben una alta proporción del total de visitas. Por ejemplo, sobre 53 especies que visitaron las flores del amancay, sólo 6 sumaron el 80 % de las visitas. En bosque de altura de lenga en el Parque Nacional Nahuel Huapi, hasta el 90 % de las visitas al amancay las hizo el único abejorro nativo, según registros tomados durante tres años. Es un abejorro muy generalista, y valioso polinizador de plantas con floración tardía.Entre los insectos introducidos, quienes más hacen escuchar sus zumbidos en el noroeste de la Patagonia son el abejorro de jardín europeo, la abeja melera, y la avispa chaqueta amarilla.Polinizar, un servicio a favor de la vidaLas plantas que dependen de animales polinizadores tienen flores que ofrecen en recompensa polen, néctar, resinas, aceites, u otros químicos. Además pueden brindar refugio contra tormentas o predadores, y ser buen lugar para la reproducción. De las 250 mil especies de plantas con flor conocidas en el mundo, por lo menos la mitad de ellas son polinizadas por animales, entrando en juego de 130 a 200 mil especies de invertebrados y unas 1.500 especies de vertebrados.Con habitats cada vez más destruídos, modificados o fragmentados, a lo que se suma la introducción de especies, se están alterando o suspendiendo muchas de estas interacciones. Una tendencia hacia primaveras silenciosas y otoños sin frutos, al decir de Rachel Carson, aunque ella se refirió en su momento al daño causado por pesticidas como el DDT.Por otra parte, el aumento en abundancia y distribución de polinizadores generalistas puede generar más híbridos, otra tendencia que aporta a que las floras del mundo se hagan más homogéneas.El abejorro de jardín europeoLos abejorros del género Bombus en su mayoría son nativos de zonas templadas del Hemisferio Norte. Hace pocas décadas algunas de sus especies fueron introducidas en Nueva Zelanda, Tasmania, Japón y Chile -entre otros países-, para el útil servicio de polinizar plantas de cultivo.En nuestro vecino país andino fue el caso en 1982 con el abejorro de jardín europeo, quien no tardó en naturalizarse en el bosque. En la Argentina fue registrado por primera vez en 1993, y desde entonces tuvo una importante dispersión en el noroeste de la Patagonia. Poliniza algunas de las mismas plantas que poliniza el abejorro nativo, como el amancay y la reina mora. Ambos son Bombus, y tendrían similitudes en sus necesidades nutritivas y uso de recursos.¿Que tanto se ha dispersado en nuestros bosques?Según datos de verano en el cerro Challhuaco, sobre el total de visitas registradas a las flores del amancay, el abejorro exótico paso de sumar el 1 % de las visitas en 1995, al 5% en 1996, hasta el 50 % en 1998. Ya datos de verano de las temporadas 2000 y 2001 indicaron una posible estabilización de su abundancia.Ahora bien, resulta que el abejorro nativo es clave en la polinización de varias otras plantas nativas, y de ser desplazado o reemplazado, estas pueden disminuir su éxito reproductivo. Hacen falta estudios comparativos para conocer la eficiencia polinizadora del abejorro exótico y poder estimar su impacto. Por ejemplo, por su menor tamaño y lengua más corta, no es claro si accedería al polen de ciertas flores.La avispa chaqueta amarillaNativa de Eurasia y el norte de África, la avispa chaqueta amarilla fue introducida por accidente en Norteamérica, Sudamérica, Sudáfrica, Australia, y Nueva Zelanda, todos lugares donde se ganó chapa de invasora.Llegada a Chile en 1974, a inicios de la década de 1980 habría entrado a nuestro país vía pasos de montaña de baja altura cercanos a Chos Malal, en Neuquén. No tardó en convertirse en un depredador dominante en el noroeste de la Patagonia, en zonas boscosas y también en zonas de transición con la estepa. La falta de parásitos, predadores y patógenos, la habrían beneficiado en su dispersión.La costa patagónica y el norte del país no tendrían condiciones adecuadas para que se establezca y disperse. El ambiente natural del valle del Río Negro tampoco le es favorable de por si, pero con los sistemas de irrigación y las plantaciones de frutales, tiene allí buena fuente de agua y comida.De cruzar las barreras que representan las áreas no favorables, podría dispersarse hacia el centro del país y también podría extenderse hacia el sur.En su amplia dieta incluye diversas abejas, moscas, mariposas, escarabajos y arañas, y también consume néctar, miel de abejas domésticas, vertebrados muertos y restos de comida humana. Durante el forrajeo atrae a otros ejemplares de su especie para explotar una fuente de alimento, conducta de posible beneficio en su éxito colonizador.Forma nidos de hasta cuatro mil individuos, y la reina fundadora es fecundada en otoño. Sus poblaciones son sensibles al calor y al frió prolongado, y la lluvia también las afecta, pero la hibernación de las reinas les permite colonizar áreas con estaciones poco convenientes.En los bosques patagónicos podría tener impactos importantes sobre los invertebrados tanto por predación como por competencia, además de afectar interacciones como la polinización.En relación a nuestras actividades, llega a perjudicar a la apicultura, la horticultura, el cultivo de frutas finas, la actividad ganadera, el turismo, o perturbar algo tan simple como una apacible siesta patagónica al borde de un susurrante arroyo. Son muchos los turistas y locales que pueden contar historias de ataques sufridos durante algun picnic campestre, en especial durante fines del verano y principios del otono. Por eso se estudian y experimentan métodos para su control.Peluda invasión: el caso de los mamíferosLA PATAGONIA sería un buen caso entre las regiones del mundo donde la fauna de mamíferos terrestres no estaría saturada, dejando nichos ecológicos vacantes. El concepto de nicho ecológico se refiere a la suma de actividades y relaciones de una especie mientras obtiene recursos para vivir y reproducirse.Notable es la escasez actual de ungulados nativos (nombre genérico para los mamíferos con pezuñas). Entre ellos, el guanaco es el de mayor tamaño, y el huemul y el pudú son los dos cérvidos de la región. Todos fueron más abundantes antes de la colonización europea. La llegada de las especies introducidas, tanto domesticas como silvestres, contribuyo en alterar el panorama.El caballo, introducido en América desde Europa, fue clave durante la conquista en casi todo el continente. Y con su rápida reproducción e inmensos nuevos territorios para galopar y pastorear, se dispersó salvaje y sin control. Los aborígenes no tardaron en darle buen provecho. Con el lograron ser más eficientes en sus cacerías, pudieron trasladarse distancias más grandes y transportar mayores cargas. Dichos cambios llegaron también a la Patagonia. Antes del 1600 los araucanos ya usaban al caballo para los tiempos de paz y de guerra. Cruzaron los Andes desde Chile por pasos de baja altura y llegaron incluso hasta la región pampeana. Para el siglo XVIII los tehuelches también cabalgaban, y pasaron a usar las boleadoras más que al arco y la flecha para sus cacerías de guanacos y choiques. En tanto los Selknam (Onas) de la estepa fueguina siguieron de a pie.Con el ganado vacuno se dió algo similar en cuanto a la rápida dispersión, y resultó conversor ideal de pastos en carne. Llegaron también ovejas y cabras, estas últimas más restringidas en la Patagonia en áreas de transición hacia la estepa.Entre los mamíferos silvestres introducidos en la Argentina, las 13 especies establecidas con éxito en el país prácticamente tienen su única o principal área de distribución en la Patagonia, mientras que suman de 13 a 15 en el sur de Chile. El conejo europeo, la liebre europea, el castor canadiense, la rata almizclera, el jabalí, el ciervo colorado y el visón se han dispersado en ambientes naturales del sur de ambos países. Y el zorro gris patagónico se ha dispersado en Tierra del Fuego. No considero en la lista a ratas y ratones, ni a perros y gatos silvestres, siempre presentes en áreas urbanas y suburbanas.Para el castor y el visón se calculó un avance de menos de 10 Km. por año; mientras que para la liebre europea y el conejo, fue de unos 10 a 20 Km. por año. Para los casos del jabalí y el ciervo colorado es difícil de establecer, en parte por que también tienen movimientos migratorios. En cuanto al atravesar barreras, el castor ha cruzado canales fueguinos, incluso el Canal Beagle en sectores de hasta 7 Km. de ancho. Y es posible que la Rata Almizclera también lo haya hecho.Claro que cada una de las especies tomó caminos distintos. Tratemos de seguir algunos de ellos.La saga de los 50 castoresNoviembre de 1946 en la boscosa margen norte del fueguino Lago Fagnano. ¿Soleado o nublado?. No tengo idea, pero fue el tiempo y lugar de la liberación de 25 parejas de castor canadiense -el segundo roedor más grande del mundo-, transportadas para la ocasión desde Canadá. En la siguiente primavera…, nacieron los primeros castorcitos en suelo fueguino.Se sabe ahora que su período reproductivo en la zona se extiende de Junio a Septiembre, dando a luz un promedio de 3 a 4 crías por camada. Los machos jovenes dejan el grupo familiar a los dos o tres años en busca de una compañera para formar una nueva colonia. El aislado ambiente fueguino les ofreció óptimas condiciones de casa y comida, sin predadores ni competidores naturales, ni presión de cacería humana. Así, 18 años después de su introducción la especie había cubierto 70 Km. hasta la margen oeste del Lago, ya en Chile, dispersándose también por varios cursos tributarios. Se ha estimado que en el sector argentino de la isla la población rondaba los 2.500 ejemplares en 1966; los 30.000 en 1986, y hoy alcanzaría hasta los 50.000. Una cantidad similar habría en el sector chileno.Hacia el norte se ha dispersado más allá del límite entre el bosque y la estepa, y hacia el sur avanza en islas del canal Beagle, como Navarino -donde se han estimado cerca de 20.000 ejemplares-, Picton, Lennox, Nueva, y Hoste. Ya son tantos que las áreas donde suelen comer, cortar árboles, construir sus diques, y tener sus crías, estarían cerca de su capacidad de carga.Hasta ahora no habrían cruzado el estrecho de Magallanes por sus propios medios como para establecerse en el continente. Seguramente ayuda que deben atravesar el estrecho y cubrir unos pocos kilómetros por la estepa hasta un ambiente con vegetación y cursos de agua adecuados como para vivir. El entorno de la laguna Parrillar, al sur de Punta Arenas, sería un buen lugar. Justamente allí se encontraron algunos castores, pero habrían llegado por una introducción ilegal, y los ejemplares debieron sacrificarse. De lograr establecerse en el continente, por cientos de kilómetros su dispersión no tendría barreras.¿Qué hay de malo con tantos laboriosos castores en nuestros bosques? Pues resulta que es considerada una especie ingeniera de ecosistemas, y fuera de su ambiente natural, eso implica muchos problemas.Hogar, dulce hogar: el castor en su Norteamérica nativaSe ha estimado que antes de la colonización europea, entre 60 a 200 millones de castores vivían en ambientes acuáticos entre Canadá y Nueva México, al sur de los Estados Unidos. Entre 1600 y mediados de los 1700, el castor, o más bien su piel, fue el primero y por años el único bien comercial de los colonos. De moda en la Europa de aquellos tiempos, la demanda era tal que casi se extinguió al castor europeo, y se cazaron millones de ejemplares del castor canadiense. Sin los laboriosos roedores, sus diques fueron colapsando, los humedales se secaron, y los cursos de agua circularon más rápido. Hubo menos sedimentación, aguas en movimiento más turbias, y en consecuencia menos luz para el crecimiento de las algas. En definitiva, un enorme cambio para los ciclos de vida en los ríos.La especie se esta recuperando en muchas zonas, pero claro que las cosas no son como antes. Por ejemplo, para zonas de ribera en el este de Montana, hasta el 90 % de los árboles cortados por el castor están a no más de 50 metros hacia los costados del río, con álamos y fresnos nativos como sus preferidos. Esto genera mayor entrada de luz en las riberas, y el posible avance del olivo de Bohemia, árbol europeo invasor que avanza en el oeste de Estados Unidos, y casi no dañado por el castor. Es decir, los bosques nativos de las riberas podrían ir siendo reemplazados poco a poco por el olivo de Bohemia. Reintroducir al castor no seria recomendable entonces por aquellos pagos.Predadores nativos, presas exóticas y la extinción ecológica del guanaco y el choique.
La ecología de los carnívoros terrestres nativos de la Patagonia en general ha sido más estudiada dentro de áreas naturales protegidas que fuera de ellas. Por ejemplo para el Parque Nacional Torres del Paine, donde no hay ganado ni ciervo colorado, se sabe que el guanaco llego a sumar hasta el 82 % de la biomasa de presas disponibles para el puma.¿Ahora bien, como es la relación entre presas y predadores fuera de las áreas protegidas?Hace algunos años un grupo de investigadores puso manos a la obra, y obtuvo inquietantes conclusiones. Entre mayo de 1989 y septiembre de 1994 trabajaron en seis estancias neuquinas que sumaban en conjunto 1420 km2 dominados por coirones y arbustos, con ganado lanar y vacuno.Su objetivo fue analizar la dieta de algunos de los predadores nativos más abundantes. Con el pasar de los meses revisaron los contenidos estomacales de 320 ejemplares de zorro culpeo o colorado, 42 de zorro gris chico, 25 de zorrino, y 3 de gato montés. La fuente de provisión de sus muestras fueron animales matados por cazadores. Además, entre 1993 y 1994 colectaron y analizaron 70 heces de puma y 33 de gato montés.La delicada tarea de separar, limpiar e identificar cientos de huesos, dientes y pelos les permitió saber cuales fueron las especies predadas. De hallar larvas de moscas en los restos, o si pertenecían a un animal muy grande como para haber sido cazado, consideraron que fueron comidos como carroña. Por ejemplo, restos de ganado vacuno, caballo o ciervo colorado en estómagos del zorro culpeo.Del análisis concluyeron que el conjunto de especies introducidas - tanto domésticas como silvestres-, aportaba el 94 % de la biomasa total de herbívoros y omnívoros en el área de estudio, y del 54 % al 99 % de la biomasa consumida por los predadores.Los herbívoros nativos en cambio, aportarían apenas el 6 % de la biomasa de potenciales presas, con un porcentaje similar en la dieta de los carnívoros. En ese conjunto, pequeños roedores, marsupiales y peludos fueron los más predados. Los roedores medianos como el coipo y otras pocas especies, aportarían poco en conjunto. Y la biomasa de los herbívoros grandes, el caso del guanaco y el choique, fue muy escasa. Tal es así, y aquí el punto preocupante, que se los consideró extintos ecológicamente como presas y fuente de carroña. Es decir, son tan poco significativos que su influencia no se hace notar. La conclusión podría ser aplicable para toda nuestra Patagonia, excepto en las áreas protegidas.El estudio además mostró el primer caso en el mundo donde un ensamble de carnívoros nativos depende básicamente de presas introducidas.Hay aves predadoras nativas que también han cambiado su dieta. En zonas áridas de Neuquén, el 55 % de la dieta del búho magallánico y el 58 % de la dieta del águila mora fueron liebre y conejo, en biomasa. Entre las carroñeras, hay aves que aprovechan carcasas de animales introducidos, tanto en áreas de estepa como del bosque.La baja densidad de herbívoros y omnívoros nativos de la Patagonia podría deberse a varias causas: la superposición de hábitat y dieta con las especies introducidas, la cacería, y una mayor predación al caer la densidad de las presas introducidas, como la liebre, que suele tener grandes altibajos en la abundancia de sus poblaciones.Se considera clave prevenir nuevas introducciones, bajar las densidades del ciervo colorado, de la liebre y el conejo, y crear nuevas áreas protegidas para que el guanaco y el choique recuperen su rol en las interacciones.Novedades bajo las aguas del marLAS COSTAS PATAGÓNICAS nos permiten extender la vista en todas direcciones, sin observar más que los encantos del mundo natural. Estas latitudes guardan cierta imagen de pristinidad que sin duda es cierta…, pero no del todo.Según un estudio reciente, en costas y áreas de la plataforma de Uruguay y Argentina se detectaron 31 especies introducidas y 46 especies criptogénicas. Por otra parte, los autores del trabajo destacaron los profundos huecos de conocimiento que se tiene sobre ciertos grupos de organismos marinos de la región.En distintas costas del mundo las invasiones biológicas preocupan, y mucho. Las investigaciones en su mayoría se han concentrado en costas de los Estados Unidos, Europa Occidental y Australia, mientras que menos se sabe sobre la situación en costas de América del Sur, América Central, África, el sudeste de Asia, y del Océano Indico.Algunos de estos ambientes están menos alterados, pero también es cierto que hacen falta muchos más estudios para saber que tanto. La biodiversidad del Atlántico Sudoccidental, en especial en el área cálida-templada, sería una de las menos conocidas del mundo.Como sea, sin desestimarlo, el número de especies introducidas detectadas en nuestras costas es bajo en relación a otros ambientes costeros. Un ejemplo extremo es la muy transitada bahía de San Francisco, en Estados Unidos. Su tasa de invasiones exitosas se calculó en una especie nueva cada 36 semanas para el año 1850; una cada 24 semanas para la década de 1970, y una cada 12 semanas para la década de 1990.Pero volvamos a nuestras costas patagónicas. Se sabe que al menos algunas de sus especies introducidas generan impacto: el diente de perro, que ha formado como un cinturón en las costas rocosas; la ostra japonesa, de rápida expansión en ciertas bahías de escasa profundidad; y el alga Undaria, que en poco tiempo esta cambiando las comunidades del fondo en costas de Chubut. Todas ellas tienen en común una fase larvaria o esporas que se desplazan en la capa de agua antes de fijarse al fondo, y la tendencia a establecerse en concentraciones muy densas.De las 31 especies introducidas identificadas en la región, sólo el 10 % se encontró con amplia distribución por costas de la Argentina, Uruguay y Brasil, mientras que para el resto se registraron distribuciones más restringidas. Se pudo determinar el origen del 29 % del total, dominando especies del Pacífico nordeste y del lejano oriente. Entre las criptogénicas, cerca del 50 % mostraron amplia distribución en nuestras costas.Por otra parte, el 79 % de las especies exóticas y el 68 % de las criptogénicas están en las costas de Buenos Aires, donde operan los principales puertos del país.En definitiva, casi todos los ecosistemas costeros entre el estuario del Río de la Plata y el Golfo Nuevo han sido alterados. Y ante la falta de suficientes estudios en nuestra zona, es difícil predecir las tendencias.El alga viajera, Undaria pinnatifidaEn el año 1992 un alga hasta entonces desconocida para el Atlántico Sur fue observada cerca del muelle del puerto internacional de Puerto Madryn. Se trato del primer registro en nuestras costas de la especie Undaria pinnatifida. Habría llegado con aguas de lastre o adherida al casco de buques provenientes de Japón o Corea, lugares donde se la conoce con el nombre común de Wakame.Pertenece al Orden Laminariales, integrado también por ejemplo por los cachiyuyos Macrocystis, de fácil observación en las costas del Canal Beagle.Nativa del nordeste asiático, esta especie de Undaria carga con antecedentes de invasión en distintas costas del mundo. En Europa tuvo su primer registro en el año 1971, en costas francesas sobre el Mediterráneo. Crece ahora también en sectores costeros de España, Inglaterra, Holanda, Bélgica e Italia, y sigue en expansión. En un ranking que consideró la capacidad de dispersión, grado de establecimiento e impacto ecológico de 113 macroalgas introducidas en Europa, esta especie se llevó el tercer puesto.Para Nueva Zelanda tuvo su primer registro en 1988, y para Australia en 1996. En tanto para Estados Unidos, el primer registro corresponde al puerto de Los Angeles, en el año 2000. Se dispersó desde entonces por costas de California llegando hasta México, con su primer registro en Baja California durante el año 2003.Según un estudio sobre las floras marinas de 29 lugares del mundo, la riqueza de algas de nuestra plataforma argentina es relativamente pobre. Y esta especie exótica pasó a ser la única Laminarial de tamaño respetable en fondos dominados por algas bastante más pequeñas (de géneros como Codium, Dictyota, y Ulva).Con un grampón o base de fijación, la Undaria se adhiere a superficies duras, entrecruzándose con otros ejemplares. Con sus anchas frondes genera sombra y compite por luz y sustrato con otras algas, alcanzando sus mayores densidades hasta los 12 metros de profundidad.No tiene una vida fácil. Es que tiene un complejo ciclo de un año de duración, alternando una generación llamada esporofito que supera el metro de largo en la primavera, y una generación microscópica, los gametofitos. Cada esporofito tiene estructuras que generan esporas, liberando hasta 10 millones de ellas al madurar en el verano. Aquellas que logran fijarse al fondo se transforman en gametofitos, productores de las gametas masculinas y femeninas. Tras la fertilización en el agua, en pocas semanas surgen nuevos esporofitos. Antes de morir, estos pierden su fronde, y para fines del verano casi no se registran en el fondo.En el año 2004 se publicaron los primeros resultados científicos del impacto de esta Undaria sobre la diversidad de algas nativas del Golfo Nuevo. El trabajo de campo se hizo en el año 2001, cerca de Punta Cuevas, hacia el extremo sur de la ciudad de Puerto Madryn. Entre abril y diciembre se muestreo al azar a 6 metros de profundidad. La rutina fue sacar mes a mes todas las Undaria de algunos cuadrados de entre 0,25 y 10 m2, y tomar como referencia otros cuadrados sin hacerles cambios. Donde fue removida cada mes, aumentó la riqueza de otras algas, mientras que Undaria domino en los sitios de referencia. Por otra parte el caracol Tegula patagonica y distintos erizos la pastorearon, y podrían llegar a verse favorecidos con el nuevo alimento.Los buceadores también han sido afectados y se preocupan por el avance de esta Undaria. Perciben de cerca los cambios, como por ejemplo el hecho de que hay peces que son menos frecuentes. En Puerto Pirámide se organizan jornadas con buzos voluntarios que buscan extraer la mayor cantidad de algas posible.Pero los problemas no quedan solamente bajo el mar. El oleaje y las tormentas ayudan a desprender las algas del fondo, y terminan sobre las costas, donde se descomponen. En primavera y verano la municipalidad de Puerto Madryn hace extraer los restos para que las playas no reduzcan su atractivo. De datos históricos y por relevamientos a pobladores locales, se sabe que entre 1930 y 1980 Codium fue dominante entre las algas que llegaban a las playas de la ciudad, y también había Macrocystis y Gracilaria.Entre 1992 y 1996 Ulva sp. y Dictyota dichotoma pasaron a ser las dominantes, y Codium siguió dominando pero en playas cercanas. Ya entre 1998 y 1999 Undaria fue la más abundante, sumando hasta el 52 % del total en las muestras de verano de 1998.¿Por qué los cambios?Desde la década de 1980 Puerto Madryn creció, y con ella la descarga de desechos al mar. El consiguiente aumento de nutrientes habría favorecido a Ulva (lechuga de mar), en reemplazo de Codium. Tras la llegada de Undaria, buena para captar el nitrógeno inorgánico disuelto, paso a ser la más abundante en las playas en los últimos años.En su avance de dispersión hacia el sur, el alga ya ondea en fondos de la Bahía Bustamante, a más de 400 Km. de Puerto Madryn. Allí es una amenaza para las algas nativas que son fuente de agar, de interés económico, como Gracilaria. También podría perjudicar a cultivos de bivalvos.Para el norte, las lanchas que navegan desde el Golfo Nuevo hacia el Golfo San José son una vía posible de propagación. Nada conveniente, en especial al considerar la zona que se trata de una valiosa reserva natural.Además, con su buena tolerancia a temperaturas de entre 14 y 20 °C, se cree que trasladada por alguna embarcación podría llegar fácilmente a puertos como Bahía Blanca, Necochea o Mar del Plata. Si es que no ha sido el caso ya.Resistencia no le falta. Sus gametofitos llegan a vivir hasta siete meses en la oscuridad, pudiendo sobrevivir en agua de lastre durante largos viajes. Y hay registros de esporófitos que han sobrevivido más de 4.000 Km. adheridos a cascos de embarcaciones.Su cosecha como fuente de alimento humano con su alto valor nutricional y de mercado, ha sido sugerida como una medida de control y que genera beneficios, como se hace en países orientales.